La función de la maestra/o consiste precisamente en adaptar las actividades prácticas de la vida cotidiana a fin de que sean adecuadas para ser imitadas por el niño a través del juego.
De esta manera, con las actividades cotidianas (como amasar pan, hornearlo, cocinar, poner la mesa…) y los juegos y actividades rítmicas, los niños sientan la base para el aprendizaje de la lengua, las matemáticas, las secuencias, habilidades numéricas, observación de fenómenos, apreciación de los procesos, posibilidad de establecer relaciones y sus consecuencias.
Además, todos los cambios se acompañan con una canción o un suave sonido musical.
Ya afuera! estar en un jardín es casi un derecho fundamental de los niños/as; un jardín con escondrijos, con árboles donde encaramarse, frutas por recoger, con arena para hacer castillos o cocinitas, con ropa que se seca al sol.
Un jardín en el cual el juego se transforma constantemente, manteniendo la unión con la naturaleza.
Mientras tanto las maestras/o hacen sus trabajos: barrer hojas, regar, quitar malas hierbas, lavar la ropa, … y quien quiere colabora.
En el jardín el juego se llena de movimiento, y con ello, aprenden sobre el mundo físico y desarrollan su motricidad gruesa y fina.